miércoles, 18 de julio de 2012


No se como llegue aquí ni que es lo que hago, Hace mucho frio y un dolor en mi costado izquierdo me impide seguir en esta posicion, el lugar donde estoy es tan incomodo, como si estuviera  recostada sobre costales rellenos de rocas con formas irregulaes, me parece que el suelo es mas cómodo. Hay un olor muy extraño y a la vez familiar, siento que  ya estuve aqui.


Un escalofrió recorre mi cuerpo y escucho un ruido algo así como un  rechinido, intento  encontrar la fuente de ese sonido con mi vista pero no tengo  éxito. Todo es oscuridad a mi alrededor. Me levanto y el suelo es tan frió que me duelen los pies, camino alrededor o  a través, no sé,  camino por que no hay obstáculos, camino por que no se donde estoy o si estoy, camino por que no soporto ese sonido. Siento sobre mis pies descalzos piquetes, como si algo caminara sobre ellos, mientras mas me acerco  a la fuente del sonido este aumenta y me enloquece, quiero escapar, quiero despertar, pero mi cuerpo no responde, quiero mover mi mano derecha para tocar la punta de mi nariz, mi Dr. dijo que asi se irian las pesadillas, los piquetes aumentan pero ahora están acompañados de una sensación caliente, como si un pañuelo de seda o varios al mismo tiempo acariciaran mis pies, quiero despertar, mi mano derecha no se mueve, empiezo a rezar, mi mano derecha no responde. De repente algo impide que siga avanzando, es una pared, con un tapiz  que empieza a despegarse lo recorro con mis manos y llego a una zona húmeda mas bien mojada, no es nada lisa y me imagino que hay musgo, me agacho sin dejar de tocar la pared  y encuentro un hoyo, debería levantarme, regresar sobre mis pasos y volverme acostar hasta que solo se termine, pero no lo hago, meto mis manos y algo me muerde grito de dolor y de terror, atrapo ente mis manos lo que sea que me allá mordido,es una rata y empieza a chillar en este punto no se quien tiene mas miedo si ella o yo.


....
¿Continuará?

domingo, 4 de marzo de 2012

Still I'm gonna miss you...



…Ese indescriptible no sé qué que ni es vista ni aroma ni el modo en como están colocadas las cosas y se mueven y suceden, y sin embargo contiene todo esto a la vez y le añade una sensación, una vibración vivida y una especie de perfume sensual que hace que el lugar y el momento vengan a abrir las fibras más ocultas del ser, esa ola viva del pasado y del presente arrollados en uno solo…

(Fragmento del Corazón de Piedra Verde, Autor Salvador Madariaga)

Era una mañana de domingo de la ultima semana del mes de febrero, cuando  Lupita, percibió un olor, estaba en misa  y al lado de ella estaba un señor de edad avanzada limpiándose la nariz de forma escandalosa con un pañuelo de tela azul, cerro los ojos, respiro profundo y ese olor y ese sonido la llevaron a otro lugar, recordó momentos de su infancia, cuando Él vivía. Recordó esa mañana de sábado cuando llego a jugar  a su casa, con sus hijas. Estaban sirviendo el desayuno y le ofrecieron  un hígado de pollo, a la mesa solo había servidos 4 lugares, pues la cocina era muy pequeña; así que ella y la menor de sus hijas se sentaron en las sillas altas y usaron de mesa  el desayunador.

Sin ningún tipo de modales o cortesía Él  limpio su nariz expulsando gran cantidad de moco, sobre una servilleta de papel, que término remojada, abultada, escurrida e inservible para otra sonada; los comentarios y gran cantidad de “IUGHHHS” no se hicieron esperar.


L a mayor de las hijas dijo:
-- Papà, estamos comiendo, ¿Por qué eres tan asqueroso y mal educado? Se me ha quitado el hambre, que asco ser hombre; dicho eso, dejo su desayuno y subió a su habitación a ver la tele.

La esposa, que estaba sentada en el otro extremo de la mesa de frente a él y muy cerca de la estufa, solo hizo una reprimenda con la mirada un gesto exagerado entre repulsión, asco y un poco de reproche, siguió calentando las tortillas y  después de unos minutos siguió comiendo en silencio. La mujer para nada era sumisa, solo que ya le daba igual lo que pasara, estaba arta de él, de su matrimonio, de no ser nada en la vida. Mas que una mujer obesa, interesada, la vergüenza de la familia por casarse con  Él.

La segunda hija, gorda, blanca y cabello rubio, se sirvió el desayuno de la hermana y lo devoro, como si no hubiera  acabado de comer su porción. Tenia doce años y su imagen regordeta y “llena de vida” la aplaudían en todas la reuniones familiares de su madre. Solo los presentes en esa mañana sabían que padecía de incontinencia nocturna, aun así solo podía bañarse cada 3 dia, no por falta de recursos, solo por que era tan obstinada que no quería, hacerlo diario. Su olor era algo desagradable, como una mezcla entre  humedad de bosque, caramelos rancios, perfume barato y orines

La menor de las hijas sentada con Lupita, emitió una risa escandalosa y vulgar, aun para  su corta edad, era una persona fastidiosa incomoda de ver, escuchar y entender, tenia el frenillo lingual corto y cada que hablaba, era como si vomitara las palabras, aun cuando la forma correcta de decir frijoles era esa: FRIJOLES ella pronunciaba “Fijodes” y estaba prohibido reír o corregirla, pues se propiciaría un berrinche de magnitudes inimaginables.

Lupita no sabia por que aquel olor y aquel sonido le habían traído esos recuerdos, desde su muerte no había pensado en Él, ni siquiera lloro cuando  murió, no sintió tristeza, pero ese olor, le removió muchas cosas, ese olor le recordó que  eran cómplices cada que ella lo veía salir de su casa, para escaparse a la tienda a beber con sus amigos, recordó que cuando solo compraban pan para las hijas Él le compraba un polvorón de 3 colores. Recuerdos que se confunden y se combinan, con esos olores de su casa, de sus hijas, el día en el funeral, con la familia dividida, las hijas que fueron sus amigas en la infancia ahora escatimando todos los gastos, quitando listones de las coronas de flores y poniendo sus nombres, como para hacer ver, que ellas lo querían mas.

En un momento, Lupita rompió en llanto, por no haber llorado ese día, lloro al recordar a su madre, sentada fuera del baño de la funeraria, lamentándose por no haber salvado al menor de sus hermanos, compañero de tantas aventuras, contador de tantos chistes su sangre y carne, el reclamoso, el inconforme, el más inquieto de todos los hermanos, el que más se equivoco al casarse con esa mujer, al que sin importar sus errores, ya no estaba ahí, el que en esa cama de hospital le agradeció el ultimo mes de cuidados intensos, le agradecía  haber aguantado a sus hijas, llenas de envidia y en la expectativa de su pensión, la casa y la herencia. Le agradeció en una mirada todos los esfuerzos y le sonrió como diciendo que se iba en paz.

Sin embargo la Mamá de Lupita solo atino a decir: allá nos vemos, te amo hermanito.

Lupita no supo bien que había sido, al Salir de la iglesia, solo olía a humedad de bosque y orines de perro…